¿POR QUÉ FINGIR UNIDAD? EL CIERRE DE LISTAS EN FUERZA PATRIA Y LA OPORTUNIDAD PERDIDA EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Foto Perfil

La tan proclamada “unidad” dentro de Fuerza Patria, en el cierre de listas para las próximas elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, parece no ser más que una simulación hacia fuera y un acto de malabarismo hacia dentro.

El ritual del cierre se vivió como cada año: negociaciones frenéticas, llamados de última hora y un desfile de “compañeros” que, en muchos distritos, terminó desarrollando la misma lógica de siempre. ¿Unidad? Solo en los spots y los discursos. En los hechos, manda la lapicera, el dedo, el recelo y la repetición de las mismas caras.

En el plano municipal, la regla era simple: quien controla el PJ local decide la suerte del resto. Particularmente cuando la presidencia caía en manos de militantes de La Cámpora, los cierres se transformaron en escenas de caos, con pulseadas y listas tejidas en la opacidad de una mesa chica. Lo que debía ser una instancia de amplitud, diversidad y debate real de proyectos terminó inclinándose, una vez más, por el individualismo y las tramas de poder. Lo transversal, lo popular, lo progresista y hasta lo gremial fueron desplazados ante la lógica del cupo propio y el “yo”.

Resulta llamativo –y decepcionante– que ni siquiera se haya respetado el supuesto acuerdo de la “unidad proporcional”: ese famoso 40% para el Movimiento Derecho al Futuro (MDAF), 40% para La Cámpora y 20% para el Frente Renovador quedó en rumores, ninguneado por la realidad. En municipios claves como Tres de Febrero, Vicente López, Quilmes, Lanús y Moreno, el MDAF quedó afuera incluso de posiciones testimoniales, relegando de hecho la tan declamada representatividad de todos los sectores.

Mientras tanto, sectores como el Frente Renovador o el Movimiento Evita hicieron malabares para evitar una invisibilización total. Espacios que durante meses pidieron unidad programática para enfrentar el ajuste de Milei y sostener a uno de los pocos gobernadores opositores con voz propia, Axel Kicillof, recibieron solo margaritas marchitas: el lugar de “unidad” quedó reservado a las listas de senadores y diputados por sección, y poco más.

Quizás uno de los casos más ilustrativos sea el de Tres de Febrero: Juan Debandi, figura habitual de La Cámpora, encabeza la boleta como concejal, y Facundo Lococco –también camporista– aparece tercero. Jimena Bondariuk, del Frente Renovador, y Lis Díaz, del Movimiento Evita, encontraron espacio solo a fuerza de persistencia, pero siempre muy por detrás de la lapicera camporista a la hora de definir los que “entran”. Lo mismo se replicó, con matices, en otros municipios vitales para el futuro del peronismo bonaerense.

¿Dónde quedó la transversalidad del peronismo de masas? ¿Dónde las palabras de Néstor Kirchner que abrazaban a todos, todas y todos, recuperando la mística de un movimiento amplio? Hoy parece un círculo cerrado, más atento a la lealtad de facción y al intercambio de favores que a impulsar un recambio genuino o devolverle al movimiento su capacidad de enamorar y convocar en la diversidad.

El contraste resulta aún más brutal cuando se observa la ausencia del movimiento obrero –con suerte, un 20% de las candidaturas en toda la provincia– pese a que todos repiten, con monotonía, la retórica de la “unidad del peronismo”. Lo que la dirigencia olvida es que el adversario tiene nombre y apellido –Javier Milei y sus políticas de ajuste brutal–, pero que también, del otro lado, hay una sociedad esperando alternativas nuevas, protagonismo renovado y una invitación sincera a participar. Difícil enamorar cuando los nombres, las caras y las formas son los de siempre, y cuando el recambio es sistemáticamente bloqueado.

Hoy, invocar la palabra “unidad” es, en el mejor de los casos, una exageración; en el peor, un engaño intencional para propios y ajenos. Porque para que la unidad sea real, hace falta algo más que un reparto desigual de candidaturas: debe haber generosidad, amplitud de miras y la decisión política de dejar espacio a lo distinto. Y eso, lamentablemente, es el único que estuvo ausente en el cierre de listas bonaerense.

La pregunta, entonces, persiste: ¿Por qué fingir unidad, cuando lo único que hay es más de lo mismo? Si la dirigencia de Fuerza Patria no es capaz de dar ese salto interno, difícilmente podrá movilizar una sociedad necesitada de esperanza y de futuro.

Notigital.

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