El 19 de julio de 1900 se inauguró la primera línea del metro de París, marcando un hito histórico en el transporte urbano de la capital francesa. Esta línea inicial, conocida actualmente como la Línea 1, conectaba Porte de Vincennes con Porte Maillot, abarcando un trayecto este-oeste fundamental para la movilidad en la ciudad.
El proyecto fue impulsado por el ingeniero Fulgence Bienvenüe, considerado el padre del Metro de París, quien lideró las obras desde 1896 tras la aprobación del Ayuntamiento de París. La construcción comenzó en 1898 utilizando principalmente la técnica de túneles subterráneos, limitada la excavación a zonas poco profundas para reducir costos y el impacto urbano. Para el día de la inauguración, la línea contaba con ocho estaciones operativas, mientras que otras abrirían en las semanas siguientes.
Esta modernización del transporte coincidió con la Exposición Universal de París de 1900 y los Juegos Olímpicos en el Bois de Vincennes, eventos que motivaron la urgencia por contar con un sistema eficiente para movilizar a millones de visitantes. Inicialmente, el metro tuvo una apertura discreta pero rápidamente ganó popularidad: en pocos años el número de vagones por tren se duplicó para atender la creciente demanda.
Las entradas de las estaciones fueron diseñadas en el estilo art nouveau por Hector Guimard, cuyo distintivo diseño se convirtió en un icono visual y cultural del metro parisino. El éxito de la línea 1 sentó las bases para la expansión sistemática de la red que hoy cuenta con más de 300 estaciones y una de las mayores densidades de estaciones en el mundo.
El Metro de París no solo mejoró la movilidad de una ciudad que enfrentaba graves problemas de congestión y transporte ineficiente en el siglo XIX, sino que también se convirtió en un símbolo de innovación urbana y tecnológica que marcó influencia en muchas otras ciudades en Europa y el mundo.
En resumen, la inauguración de la línea 1 el 19 de julio de 1900 fue un punto de inflexión que transformó París en una ciudad moderna y accesible, un legado que perdura y se sigue ampliando hasta hoy, con proyectos en marcha para mantener la red entre las más eficientes del planeta.