El 26 de junio de 1954 se puso en marcha en Obninsk, entonces parte de la Unión Soviética y hoy en Rusia, la primera central nuclear civil del mundo, marcando el inicio de la generación comercial de electricidad a partir de energía nuclear.
La central, conocida como AM-1 o «Atom Mirny» (que significa «átomo pacífico» en ruso), contaba con un reactor de uranio y grafito refrigerado por agua ligera, con una capacidad neta de generación eléctrica de 5 megavatios y una potencia térmica de 20 a 30 megavatios. Esta potencia era suficiente para abastecer aproximadamente a 2.000 hogares.
Más allá de generar electricidad, la planta también suministraba calefacción urbana a la ciudad de Obninsk, aplicando un sistema de cogeneración que aprovechaba el calor residual del reactor, demostrando así la versatilidad de la energía nuclear para usos civiles múltiples.
La construcción de la planta comenzó en enero de 1951 y se completó en junio de 1954, un proyecto pionero que no solo demostró la viabilidad técnica y económica de la energía nuclear para la generación eléctrica, sino que también impulsó la investigación nuclear experimental y la formación de especialistas en tecnología nuclear en la URSS.
Obninsk se convirtió en un centro científico de primer nivel, albergando diversas instituciones dedicadas a la física nuclear, ingeniería, radiología médica y protección ambiental, consolidando su reputación como «la ciudad científica» de la Unión Soviética, estatus que mantiene en la Rusia actual.
La planta operó durante casi 48 años sin incidentes graves, siendo clausurada oficialmente en 2002, cuando se descargó su último combustible nuclear. Posteriormente, fue convertida en un museo que preserva la memoria de este trascendental avance tecnológico.
Obninsk no solo fue un símbolo de la «energía para la paz» en plena Guerra Fría, sino que también sentó las bases para el desarrollo de futuras centrales nucleares a escala industrial, como los reactores RBMK, y para la expansión global de la energía nuclear civil.
Este acontecimiento histórico representa un punto de inflexión en la historia energética mundial, inaugurando la era de la energía nuclear con fines pacíficos y demostrando el potencial de esta fuente para abastecer a la población y la industria con electricidad y calor.