El 31 de mayo de 1970, un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter sacudió el Callejón del Huaylas, en Perú, provocando una de las peores tragedias naturales del país.
La avalancha resultante sepultó la ciudad de Yungay, causando miles de muertes y destrucción masiva. Este desastre evidenció la vulnerabilidad ante fenómenos naturales y la necesidad de fortalecer la prevención y respuesta ante emergencias.
La tragedia de Yungay quedó grabada en la memoria colectiva peruana como un llamado a la solidaridad y a la mejora en la gestión de riesgos.