El 28 de mayo de 1940, Bélgica anunció su rendición ante las fuerzas alemanas en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
Esta capitulación marcó un punto crucial en la ofensiva nazi en Europa occidental, permitiendo a Alemania consolidar su control sobre gran parte del continente. La caída de Bélgica tuvo profundas repercusiones estratégicas y humanitarias, afectando a millones de civiles y soldados. Esta fecha es recordada como un momento de dolor y resistencia, que también inspiró la lucha aliada para liberar a Europa del nazismo.
Reflexionar sobre este episodio es fundamental para mantener viva la memoria de los horrores de la guerra y el valor de la libertad.