Un atentado suicida conmocionó a la ciudad tras finalizar un concierto de la cantante Ariana Grande en el Manchester Arena.
El ataque, reivindicado por el grupo terrorista ISIS, dejó un saldo de 22 muertos y 59 heridos, en su mayoría jóvenes y niños.
La explosión generó pánico y una rápida respuesta de los servicios de emergencia, que atendieron a las víctimas y aseguraron la zona. La comunidad local y global expresó su solidaridad con las familias afectadas y condenó el acto de violencia.
Este trágico episodio subrayó la amenaza del terrorismo y la necesidad de fortalecer la seguridad en eventos masivos para proteger a la población.