DIEGO VALENZUELA SE SUMA A LA CAMPAÑA DE ADORNI: ¿RENOVACIÓN O RECICLAJE DE LA POLÍTICA?

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En un giro que pocos consideran sorpresivo, Diego Valenzuela, histórico intendente de Tres de Febrero y ex PRO, anunció su apoyo a Manuel Adorni, candidato a la Legislatura porteña por La Libertad Avanza (LLA).

El hecho se da en el marco de una campaña atípica, donde el principal eslogan libertario es “Kirchnerismo o Libertad”, una consigna que suena más a polarización vacía que a propuesta concreta, especialmente en una Ciudad de Buenos Aires gobernada hace más de dos décadas por el PRO, un espacio de derecha.

Una campaña sin ideas, solo “anti”

La estrategia de LLA parece reducirse a un único argumento: el rechazo al kirchnerismo. Pero, ¿tiene sentido plantear la elección como una dicotomía entre “kirchnerismo o libertad” en un distrito donde el kirchnerismo nunca gobernó y el PRO ostenta mayoría legislativa desde hace 20 años? La falta de propuestas y el énfasis en el “anti” revelan una alarmante pobreza política, propia de una década (2015-2025) donde el debate de ideas fue reemplazado por la construcción de enemigos.

La paradoja de la “nueva política”: más casta que nunca

Resulta irónico que Valenzuela, presentado como un “renovador”, sea en realidad un exponente de la llamada “casta política”. Lleva más de diez años como intendente de Tres de Febrero, siempre bajo el paraguas del PRO, y solo saltó a LLA cuando olfateó el viento favorable de la ultraderecha. Su trayectoria muestra oportunismo y una búsqueda constante de preservar su espacio de poder, más que de representar cambios genuinos.

En sus redes sociales, Valenzuela insiste en que en Tres de Febrero “se eligió un cambio”, pero los datos desmienten esa narrativa: fue electo como candidato del PRO, no de LLA, y el candidato libertario, Tejerina, quedó tercero. El electorado no lo asoció con la “nueva política”, sino con la continuidad de un modelo que lleva años en el poder.

Blindaje mediático y ausencia de autocrítica

El caso Valenzuela es también un ejemplo de cómo el blindaje mediático puede proteger a ciertos dirigentes de ser señalados como parte de la vieja política. Mientras el discurso libertario demoniza a la “casta”, figuras como Valenzuela son convenientemente eximidas de ese rótulo, a pesar de encarnar todos sus vicios: permanencia, oportunismo y falta de autocrítica.

¿Dictadura del enemigo?

La lógica de “anular al enemigo” antes que debatir ideas recuerda más a prácticas autoritarias que democráticas. La política argentina parece haber caído en una trampa: la derecha liberal, lejos de proponer, solo busca destruir al adversario, una dinámica que empobrece el debate y amenaza la calidad democrática.

En definitiva, la adhesión de Valenzuela a la campaña de Adorni no representa renovación ni cambio, sino la confirmación de que, en la Argentina de 2025, la política se reduce a slogans vacíos y reciclaje de viejos dirigentes. La pregunta que queda flotando es: ¿hasta cuándo seguirá el electorado tolerando este juego de apariencias?

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