El 16 de mayo de 1703, el zar Pedro el Grande ordenó la fundación de una nueva ciudad en la costa del Báltico, que sería la futura capital del Imperio ruso: San Petersburgo.
Esta ciudad, construida sobre terrenos pantanosos, se convirtió en un símbolo del esfuerzo modernizador y occidentalizador de Rusia. San Petersburgo fue diseñada con amplias avenidas, canales y palacios, reflejando la ambición de Pedro el Grande de acercar a Rusia a Europa.
A lo largo de los siglos, San Petersburgo fue escenario de importantes acontecimientos históricos, desde la Revolución Rusa hasta la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, es un centro cultural y turístico de primer orden, con un patrimonio arquitectónico y artístico invaluable.
La fundación de San Petersburgo marcó un antes y un después en la historia rusa, representando la ventana de Rusia hacia Europa y el mundo.