El 12 de mayo de 1856 se produjo en México la expulsión del obispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, una figura eclesiástica destacada que se opuso a las reformas liberales impulsadas por el gobierno de la República.
Esta medida forma parte del contexto de la Reforma Liberal en México, que buscaba limitar el poder de la Iglesia Católica y modernizar el Estado mediante leyes que afectaban la propiedad y la influencia eclesiástica. La expulsión del obispo simbolizó el enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia, que marcaría la política mexicana durante las siguientes décadas y culminaría en la promulgación de la Constitución de 1857 y la Guerra de Reforma[Contexto histórico general.