Este 30 de abril se cumplen 46 años de lucha de nuestras Madres de Plaza de Mayo, esas mujeres que en el año 1977 decidieron reunirse en la Plaza de Mayo para llevarle, al entonces presidente de facto Jorge Rafael Videla impuesto por la Junta Militar, una carta exigiendo respuesta acerca de la detención de sus hijos.
Esos hijos finalmente serían algunos de los más de 30.000 desaparecidos y asesinados durante la última dictadura cívico militar eclesiástica y muchos de sus bebés, algunos nacidos en cautiverio, además fueron robados.
Aquel día sábado comenzaba un recorrido lleno de amor, dolor y de resistencia, de búsqueda de justicia que continúa hasta el día de hoy. Faro de lucha para todo militante en nuestro país y ejemplo en el mundo entero. Desde aquel día, cada jueves las Madres de Plaza de Mayo, como decidieron llamarse, se encontraron en ese mismo lugar a las 15:30 hs, no hubo inviernos fríos, ni fuertes tormentas que pudieran parar el reclamo de justicia de este movimiento de mujeres.
El 30 de noviembre de 1976, ocho meses después del comienzo de la dictadura militar, uno de los hijos de Azucena Villaflor, Néstor y su novia Raquel Mangin, fueron secuestrados.
En aquel entonces, Azucena Villaflor se dirigió al Ministerio de Interior esperando recibir ayuda del vicario militar Adolfo Tortolo, en su intento por conseguir la libertad de su hijo conoció a otras mujeres que también buscaban a parientes desaparecidos. Así surge Madres de Plaza de Mayo, conformada en un principio por Hebe de Bonafini, Azucena Villaflor de Vicenti, Maria Ponce de Bianco, Berta Braverman, Haydée Gastelú de García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard, Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin y dos mujeres más de las que no se conocen sus nombres. Todas perseguían mismo objetivo, el de recuperar con vida a sus hijos e hijas detenidos.
En un principio permanecían sentadas en la plaza frente a la Casa Rosada, pero al haberse declarado el estado de sitio, los militares las quisieron expulsar del lugar. Las fuerzas de seguridad les dijeron “circulen, circulen” que no estaba permitido agruparse, solo circular, y eso fue lo que empezaron a hacer alrededor de la Pirámide de Mayo. Luego, para pasar como un grupo en la Peregrinación a Nuestra Señora de Luján en octubre de 1977, decidieron ponerse un pañuelo blanco en la cabeza. De esa manera apareció el símbolo quelas representa. Fueron víctimas de una constante persecución por parte de las Fuerzas Armadas que incluyeron secuestros y desapariciones.
En diciembre de ese mismo año, un grupo de militares se llevó a tres mujeres de las fundadoras del movimiento de Madres, junto con otras 12 personas. Los restos fueron encontrados al poco tiempo en las orillas del río y enterrados en una fosa común, hasta su identificación en 2003. Entre los restos identificados se encontraron los de Azucena Villaflor de Vicenti, Esther Ballestrino y María Ponce de Bianco. Habían sido llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada, torturadas y luego lanzadas con vida desde un avión al Río de la Plata.
En los primeros días de diciembre de 1980 realizaron la primera Marcha de la Resistencia, consistente en caminar alrededor de la plaza durante 24 horas. Con el pasar de los años y de los contextos políticos, luego de la vuelta a la democracia en 1983, continuaron con sus marchas y actos. La lucha de las Madres fue tomando nuevas formas, como el esclarecimiento de la verdad y el enjuiciamiento para los responsables de los crímenes de lesa humanidad. Han recibido apoyo y reconocimiento en gran cantidad de organizaciones internacionales y gobiernos de todo el mundo. También con el correr de los años acompañaron numerosas luchas de búsqueda de justicia y nunca claudicaron en la búsqueda de sus hijos e hijas.
En el proceso colectivo de lucha de las madres nace la “socialización de la maternidad”, la transformación de singular en plural, cada madre es madre de todos y todas las víctimas del Terrorismo de Estado. Este proceso político e ideológico, pasa también en la inscripción en el pañuelo, del nombre y la fecha del secuestro, y hasta la fotografía de cada hijo o hija inscriptos a la tela del pañuelo, hasta la adopción de una única leyenda, que las distingue a todas por igual: “Aparición con vida de los desaparecidos. Asociación Madres de Plaza de Mayo”.
La asociación ha crecido fundando distintos canales de trabajo como la creación de una radio propia, el Instituto Universitario de Madres de Plaza de Mayo, un programa televisivo, un plan de viviendas sociales y una guardería infantil, entre otros. Pero sin duda el legajo más importante que nos dejan es la solidaridad, la lucha inclaudicable y el amor al servicio de la búsqueda de un país con justicia social.
“Ahora pasa lo mismo que casi no podemos caminar y le dijimos a los pibes: no podemos caminar más, ustedes son nuestras piernas. Y ellos lo entendieron y ellos son nuestras piernas”, Hebe de Bonafini.