El 7 de junio de 1929, mediante los Pactos de Letrán firmados en Roma, la Ciudad del Vaticano adquirió el estatus de Estado soberano, estableciendo su independencia y reconocimiento internacional.
Este hecho marcó un hito en la historia de la Iglesia Católica y la política europea, consolidando al Vaticano como un enclave autónomo dentro de Italia.