Hoy cumple 72 años una de esas historias que se califican como “Solo en América”. Laurence Turead, “Mr. T”, una de las figuras más distintivas del cine de acción y la televisión en los años 80 y un hombre que actualmente presume una gran historia de vida: un hombre nacido en la pobreza, que el gusto por el deporte lo llevó a una fama fugaz y que perdió todo por los excesos, pero que mantiene vigente a una figura que resultó emblemática para toda una generación.
Laurence Turead nació en Chicago el 21 de mayo de 1952. Fue el menor de 12 hermanos. Su padre, ministro protestante, abandonó a su familia cuando él tenía 5 años y su madre tuvo que luchar para sacarlos adelante. Él le tuvo una gran devoción.
A los 18 años cambió su nombre a “Mr. T”, esta fue su razón:
Su afición por el deporte lo llevó al cine. Soñó en jugar futbol americano profesional. Incluso logró un lugar con los Green Bay Packers pero una lesión de rodilla terminó con sus aspiraciones. Entonces decidió aprovechar su físico para trabajar en el equipo de seguridad en los centros nocturnos de Hollywood, en los años 70.
De allí saltó para convertirse en guardaespaldas de las estrellas de Hollywood, particularmente de boxeadores. Allí trabajó para grandes figuras como: Muhammad Ali, Leon Spinks y John Tate. Pero también cuidó a otras grandes personalidades como Michael Jackson, Steve McQueen y Diana Ross. En su autobiografía, publicada en 1985, Mr. T presumió:
Sobre su exagerada cantidad de joyas, tanto collares como anillos, Mr. T explicó que eran sus “trofeos” que ganó como “cadenero” en los centros nocturnos de Hollywood y por ello las ostentaba con orgullo. Aunque dejó de usarlas varias décadas después, a causa del Huracán Katrina en 2005, pues explicó que le parecía que la ostentación era insultante para los que estaban sufriendo.
El salto a la fama de Mr. T.
De esta relación con otro gran boxeador, Joe Frazier, dio el salto al cine, cuando Sylvester Stallone buscaba al antagonista para Rocky III, estrenada en 1982. Stallone quería un actor, ya que su intento por llevar a un boxeador profesional había fracasado con Ken Norton para el papel de Apollo Creed en la primera cinta y al mismo Frazier para interpretar a Clubber Lang.
Entonces lo escogieron como un actor que pudiera aportar cierto realismo al papel, que supiera lo que era sufrir en el ring. Stallone vio a Mr. T en el concurso de televisión American Toughest Bouncer, donde una serie de fortachones competían entre sí para mostrar su vigor. Mr. T. ganó dos años seguidos el concurso y el último desafío tenía que enfrentarse en un ring ante otro finalista. En ese momento lo llamó Stallone.
Luego de crear a un gran antagonista de Rocky Balboa, Mr. T saltó a la fama y adoptó este personaje amante de los reflectores, con un gesto hosco, su corte estilo “Mohawk”, como un homenaje a la tribu Mandinka de África.
Posteriormente fue invitado a la serie de televisión: “The A-Team”, encabezado por George Peppard. El progrsma se convirtió en otro éxito, encarnando a Mario Baracus: poderoso, poco amable, impulsivo y con terror a volar. Mr. T se convirtió en el imán infantil. Tuvo su serie de dibujos animados y se comenzaron a producir figuras de acción, discos, publicidades y hasta película. Se vendieron millones de muñecos entre 1983 y 1984. Luego se apagó.
Su fama afectó a George Peppard, quien no soportó que un actor tan limitado tuviera más fama que él. Para la cuarta temporada de la serie, el conflicto provocó que se desplomara el rating y se canceló. Mr. T enfrentó sus limitaciones: los músculos, el gesto enojado, las cadenas, el peinado, no le daban mucho margen para continuar en la actuación.
Aunque sí hizo varios comerciales y campañas de beneficencia. Incluso grabó un comercial en Argentina. También recibió una invitación del luchador Hulk Hogan para participar en la WWF, donde ganó otra buena cantidad e hizo una película con poco éxito: “El Hombre Más Fuerte del Mundo y D.C. Cab“.
Hacia los años 90 su carrera se apagó. Participó en algunos programas de entrevistas, series de comedia o en reality shows. En 2017 participó de Dancing With the Stars, donde tuvo un efímero paso.
También se recuperó del cáncer, un linfoma de células T, del que pudo superar y luego ironizó: “¡Un cáncer con mi propio nombre! No cualquiera”.
Actualmente se mantiene en forma, sigue sigue entrenando, tratando infructuosamente de volver a los primeros planos y recordando sus años de gloria, fama y dinero.