El 31 de mayo de 1962 marcó un hito en la justicia internacional con la ejecución por horca de Adolf Eichmann en Israel. Eichmann, uno de los principales arquitectos del Holocausto, fue capturado en Argentina por agentes del Mossad tras vivir oculto bajo identidad falsa.
En el juicio celebrado en Jerusalén, fue declarado culpable de crímenes contra la humanidad por su papel central en la organización del traslado masivo de judíos a campos de concentración y exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Su ejecución simbolizó el castigo a uno de los responsables del genocidio más atroz de la historia y reafirmó el compromiso global contra el negacionismo y la impunidad de crímenes de lesa humanidad.
Eichmann tenía 56 años cuando fue ajusticiado, y su caso es recordado como un precedente fundamental en la persecución de criminales de guerra.