UN MEGAOPERATIVO POLICIAL PARA SOSTENER LOS DESPIDOS DE MILEI

Foto Carolina Camps
Tras el fin de semana largo, miles de trabajadores se enteraron bajo la lluvia que fueron despedidos o cesanteados sin siquiera haber sido notificados formalmente de ello.
Hubo cientos de policías uniformados, de civil, gendarmes, prefectos y hasta agentes de seguridad privada montados en los edificios. La amenaza de represión del Gobierno.
De manera coordinada e insensible, el Gobierno nacional llenó las dependencias públicas de policiás uniformados y de civil, gendarmes y prefectos que no permiten ingresar a lxs trabajadorxs que al llegar del fin de semana largo se enteraron de que fueron despedidos o cesanteados sin siquiera haber sido notificados formalmente de ello. El único que mensaje que envió la Casa Rosada es que si hay toma de edificios, habrá represión.
En algunos organismos, como la Jefatura de Gabinete, hubo hasta personal de seguridad privada que merodea los ingresos cerrados y con las persianas bajas amedrentando a quienes comenzaron a concentrarse en los alrededores.
Hacia el mediodía y frente a la masividad de las concentraciones y la continua demanda de los delegados de ATE, las autoridades permitieron el ingreso masivo de los empleados a las oficinas. Por esta razón, algunas de las asambleas pudieron hacerse, tal como estaba previsto, en los lugares de trabajo.
Foto: Carolina Camps
La crueldad de los despidos
En algunas organismos con sede en la ciudad de Buenos Aires, bajo la lluvia los empleados hicieron fila con su DNI para saber si fueron despedidos o no. La lista de dependencias tomadas por las fuerzas de seguridad es larguísima: Polo Científico (Conicet, Ciencia y Tecnología, y Servicio Meteorológico), oficinas de Desarrollo Social, secretarías de Trabajo y de Derechos Humanos, Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Educación y el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), solo son algunas de ellas.
En todas se repitió la misma imagen desde la mañana y hasta el mediodía: trabajadores y trabajadoras que lloran, caminan angustiados, hacen filas para saber cuál fue su suerte, se abrazan, gritan y aplauden en asambleas repentinas.

Foto: Jorge Larrosa
Hay personas que tienen llaves de oficinas y dependencias internas a las que no se les permitió el ingreso. Algunos pudieron entrar, pero al llegar a sus escritorios, encendieron sus computadoras y se encontraron con que sus usuarios fueron deshabilitados.
Hoy, las oficinas del Enacom de distintas provincias amanecieron todas cerradas y vaciadas. El amedrentamietno en Córdoba fue tal que policías de civil pero identificados con chalecos de la PFA se pasearon con armas cintura donde los trabajadores y trabajadoras se manifestaban.
En el Polo Científico del barrio porteño de Palermo las fuerzas de seguridad federales que se movilizaron fueron Gendarmería Nacional y Prefectura Naval. La intención es reprimir al más mínimo chispazo.

Foto: Carolina Camps
Donde hubo algunos disturbios fue en oficinas de Desarrollo Social, donde al comenzar el ingreso masivo logrado por los delegados de ATE varios policías apostados en los molinetes de ingreso intentaron cerrarles el paso. Hubo empujones, insultos y amenazas por parte de las fuerzas de seguridad. Pero el personal autorizado pudo ingresar para realizar adentro la asamblea prevista por el gremio.
El nivel de tensión fue similar en el Inadi, el instituto cuyo cierre fue anunciado hace un mes por el gobierno. La policía no dejó ni siquiera que los trabajadores pudieran realizar la asamblea en la puerta del organismo. Hubo empujones y llamados al orden por parte de los agentes, que prohibieron los ingresos. La misma presión la ejercieron sobre la vereda.
Las puertas de ingreso a la exESMA, el espacio de la memoria donde se cometieron crímenes de lesa humanidad, amanecieron custodiadas por policías de infantería que, ante la concentración de personas, permitieron el ingreso de unos pocos para descomprimir la situación. Igualmente, decenas de agentes se apostaron en hilera con escudos, cascos y armas a lo largo de la escalera que conduce hacia el primer piso, donde funciona el organismo de derechos humanos.
En el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) también hubo fuerzas de seguridad y despidos contra 50 profesionales. Algunas de las personalidades que se acercaron hasta allí a brindar su apoyo fueron el medallista olímpico de voley Jon Uriarte y Fernando Signorini, expreparador físico de Diego Maradona y otras estrellas del deporte nacional.
Signorini repudió los despidos y calificó de “brutales, insensibles y sanguinarios” a los funcionarios del Gobierno. En declaraciones televisivas denunció que “quieren convertir este lugar en un negocio inmobiliario” y advirtió que “el serrucho del poder sigue afilado y a ellos también les pueden cortar las piernas”.
