34 AÑO DEL ACUERDO DE MADRID, ARGENTINA Y REINO UNIDO VOLVIERO A RELACIONARSE

Foto Dossier Geopolítico

Un 15 de febrero de 1990 la Argentina y el Reino Unido alcanzan en Madrid un acuerdo por el que restablecen las plenas relaciones diplomáticas.

Que se habían interrumpido por la guerra de las islas Malvinas de 1982.

(Télam)

“cuando se realiza una reunión preliminar en Madrid entre los representantes argentinos y los ingleses. El 15 de febrero del año siguiente, la delegación argentina presidida por el entonces canciller Domingo Cavallo, acompañado por sus asesores Lucio García del Solar, José María Otegui, Jorge Vázquez, Aldo Dadone y Susana Ruiz Cerruti (actual funcionaria en el área de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, encabezada en la actualidad por Daniel Filmus), aparentemente firmaron con su contraparte inglesa, Sir Crispin Tichielle – sin legitimación del congreso argentino y en solo cuarenta y ocho horas – el acuerdo más infame rubricado en la historia de nuestro país, un acuerdo que reconocería lisa y llanamente el derecho posesorio inglés sobre el archipiélago de las Islas Malvinas, Sándwich del Sur,  Georgias del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Al término de la firma del tratado, la parte inglesa declaraba ante la prensa que “(…) la solución se alcanzó en un tiempo muy breve” y eso fue verdad, simplemente porque los ingleses habían llevado a Madrid ya redactados todos los documentos, y nuestra delegación viajó comprometida a firmar a ciegas, traicionando el futuro de los argentinos.

El documento firmado constaría de dieciocho artículos, cuatro anexos y un total de catorce carillas. El artículo primero establece que “las delegaciones de los gobiernos argentino y británico, de conformidad con lo acordado en Madrid en octubre de 1989, se reunieron en Madrid los días 14 y 15 de febrero de 1990”.

Y en este punto un dato que puede ser de color, pero que resulta llamativo en relación con la autoproclamada orientación “peronista” del gobierno neoliberal de Carlos Menem: por pedido de ese presidente argentino, en el documento oficial del acuerdo se omite la fecha de las reuniones preliminares entre los Estados signatarios, sencillamente porque esa reunión se realizó el 17 de octubre de 1989, fecha que dio origen a nuestro movimiento político que el mandatario afirmaba representar.

Estos ruinosos acuerdos se firmaron en secreto, sin tratamiento del Congreso de la Nación por el que apenas pasaron los tratados complementarios. La rúbrica de la entrega en bandeja a los piratas de nuestro archipiélago, nuestros mares y sobre todo nuestra soberanía se llevaron adelante a espaldas del pueblo argentino, que permaneció ignorante de la estafa a la que un gobierno democrático lo estaba sometiendo de manera ilegítima.

Por otra parte, el artículo tercero del documento manifiesta la expresa vocación de “aumentar la amistad y cooperación entre ambos pueblos”, en clara alusión al tratado de “amistad” de 1825. Este concepto, el de “amistad”, implica que Gran Bretaña mantiene inalterable su derecho de influir en la política exterior, militar y económica de nuestro país, en lo que Alfred Marshall dio en llamar la “ecuación anglo-argentina”.

El artículo cuarto exhibe una supremacía total de Gran Bretaña sobre el territorio de nuestro país, generando que las Islas Malvinas/Gran Bretaña se conviertan en un Estado ribereño vecino a nuestra patria.

En el artículo quinto, por su parte, Gran Bretaña adquiere derechos sobre las Fuerzas Armadas Argentinas, no pudiendo existir movimientos aéreos o navales de parte de nuestro país sin el expreso consentimiento del comandante de las fuerzas británicas en las Islas Malvinas. Aca puede advertirse cómo se desmanteló toda la investigación y la industria militar Argentina.

De haber ensayos militares en aguas argentinas, estos “debían” ser comunicados con veinticinco días de antelación, incluyendo los que se realicen en tierra a 350 kilómetros al este de Comodoro Rivadavia, Puerto Santa Cruz y de Tierra del Fuego.

El artículo séptimo establece la “bilateralidad económica” para la explotación pesquera entre el paralelo 45 y el paralelo 60, aproximadamente entre Puerto Camarones en la provincia de Chubut y las Islas Orcadas en la Antártida.

Mediante la aceptación de esta cláusula, el Estado argentino aceptaba sumisamente compartir una vasta extensión alimentaria que le pertenece con la potencia continental que le usurpa territorio. Esto explica, entonces, por qué hoy existen empresas extranjeras que tienen el control sobre todos nuestros vastos recursos.

El artículo noveno adiciona otra “bilateralidad” referida a posibilitar los actos comerciales entre las Islas Malvinas y nuestro territorio continental. De esta forma, mientras los argentinos pagamos impuestos, tarifas, peajes, etcétera, los habitantes de las Islas Malvinas están liberados del pago de tasas de aduana por los productos británicos que ingresen a puertos patagónicos.

El artículo doce nos compromete a permitir sin limitaciones las inversiones económicas privadas por parte de capitales provenientes de Gran Bretaña, terminando así con la soberanía industrial, tecnológica y científica propia de nuestra nación y condenando a la Argentina a retomar el rol como mero proveedor de materias primas, aunque siempre dependiendo de las semillas de las multinacionales entre muchas otras.

El artículo dieciséis condiciona la política exterior de la República Argentina en América Hispana y en la Comunidad Económica Europea.”

Extracto de información de Contra Editorial, una mirada crítica sobre el acuerdo.

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