El 29 de mayo de 1914, el transatlántico canadiense Empress of Ireland naufragó en el estuario del río San Lorenzo tras chocar con el carguero noruego Storstad.
La colisión ocurrió en condiciones de niebla espesa y provocó la muerte de 1.021 personas, convirtiéndose en una de las peores catástrofes marítimas del siglo XX, aunque menos recordada que el Titanic.
El desastre conmocionó a Canadá y al mundo, evidenciando las vulnerabilidades en la seguridad marítima de la época y generando reformas en las normativas de navegación y rescate. El hundimiento ocurrió apenas semanas antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, y su impacto humano y social quedó grabado en la memoria colectiva como una tragedia de enormes dimensiones.