El 24 de marzo de 2004, Néstor Kirchner, entonces presidente de Argentina, realizó un gesto simbólico que redefinió la política de derechos humanos del país.
En el marco del 28° aniversario del golpe de Estado de 1976, ordenó retirar los retratos de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone del Colegio Militar de la Nación, acto que se convirtió en un símbolo de ruptura con el legado de la última dictadura militar (1976-1983).
Kirchner llegó al Colegio Militar en helicóptero y, frente a los cuadros de los genocidas, le ordenó al jefe del Ejército, Roberto Bendini: “Proceda”. El general subió una escalera y retiró los retratos, mientras el presidente declaraba: “Las cosas hay que llamarlas por su nombre”. La escena, transmitida en vivo, consolidó el kirchnerismo como movimiento político y marcó un punto de inflexión en la memoria colectiva.
Horas antes del acto, un grupo de cadetes del Colegio Militar robó el retrato original de Videla para boicotear la ceremonia. Sin embargo, el Gobierno logró reponerlo con una réplica, manteniendo el simbolismo del gesto. El cuadro original, según investigaciones recientes, terminó en manos de un grupo vinculado a sectores militares reivindicativos.
Ese mismo día, Kirchner anunció la transformación de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), excentro clandestino de detención, en un espacio de memoria. La medida buscaba convertir el lugar donde miles fueron torturados y desaparecidos en un Museo de la Memoria, hoy visitado por más de 200.000 personas anuales. Allí funcionan organismos de derechos humanos, como el Equipo Argentino de Antropología Forense.
El acto no fue solo un gesto simbólico: acompañó la reactivación de los juicios por delitos de lesa humanidad, suspendidos desde los años 90. Para críticos, como el general Rodrigo Soloaga (quien renunció ese día), el gesto fue una “afrenta al Ejército”. Sin embargo, para víctimas y organismos de derechos humanos, representó un reconocimiento estatal a las luchas por la verdad y la justicia.
Este 24 de marzo de 2004 selló un compromiso con la memoria histórica, reafirmando que “prohibido olvidar” es un principio activo en la democracia argentina.