El 15 de abril de 1817 marcó un antes y un después en lamarcó un antes y un después en la historia de la educación inclusiva en los Estados Unidos. Ese día, en la ciudad de Hartford, Connecticut , abrió sus puertas la American School for the Deaf (Escuela Estadounidense para Sordos) , la primera institución del país dedicada exclusivamente a la educación de personas sordas.
Fundada por Thomas Hopkins Gallaudet , junto con Laurent Clerc — un maestro sordo francés — y—un maestro sordo francés— y Dr. Mason Cogswell , la escuela nació del deseo de brindar acceso al conocimiento a una comunidad que hasta entonces había sido sistemáticamente excluida del sistema educativo formal.
Todo comenzó cuando Gallaudet conoció a Alice Cogswell , una niña sorda de nueve años hija de su vecino, el doctor Cogswell. Al darse cuenta de que la niña era perfectamente capaz de comunicarse si se le ofrecían los medios adecuados, Gallaudet emprendió un viaje a Europa para formarse en métodos de enseñanza para sordos. Allí conoció a Clerc, quien se convertiría no solo en su socio en la creación de la escuela, sino también en el primer maestro sordo de América.
La fundación de la escuela significó el comienzo de una revolución educativa . Por primera vez, los niños sordos en Estados Unidos pudieron acceder a una educación sistemática, aprender a leer, escribir y comunicarse a través del lenguaje de señas. La escuela también fue clave en el desarrollo y difusión del Lenguaje de Señas Americano (ASL) , que hoy es reconocida como una lengua plena y vital dentro de la cultura sorda.
Escuela A más de dos siglos de aquel hito, la American School for the Deaf sigue funcionando y ha educado a miles de estudiantes sordos a lo largo de su historia. Más allá de sus muros, su fundación simboliza el derecho a la educación para todos , sin importar las barreras físicas o sociales.
Recordar esta fecha es más que un acto de memoria: es una reafirmación del valor de la inclusión, la accesibilidad y el reconocimiento de la diversidad lingüística y cultural de las personas sordas . En un mundo que sigue aprendiendo a escuchar con los ojos, la historia de Gallaudet, Clerc y Alice Cogswell sigue resonando como una lección de empatía, coraje y transformación.